jueves, 29 de marzo de 2007

BITACORA DE UN SUENO (II)

Viernes, 23 de febrero de 2007

Me despierto, no sé qué hora es, no quiero hacer lo mismo de ayer entonces antes de despertar a Juan veo la hora. Qué bien! Faltan 2 horas. Qué mal! Faltan 2 horas.

06h45
Se prende el televisor del hotel. Nos tenemos que parar. La cama está rica, como todas las camas de hotel. El cuarto está oscuro y provoca seguir durmiendo. Nos tenemos que parar. Comienzo a despertar a Juan. El televisor suena durísimo pero él ni lo oye, como siempre. Después de unos minutos logro que se despierte. Nos acordamos que nos casamos ese día, que en unas horas esta familia tendrá nombre y apellido. Sonreímos y no lo podemos creer. Al fin. Falta poco. Yo todavía no lo puedo creer, seguro que algo se nos va a haber quedado y no nos vamos a poder casar. Pero ya que como dicen por ahí no hay peor diligencia que la que no se hace, nos paramos.

Me visto. Juan se viste y bajamos a desayunar. Por lo que pagamos de hotel y la pinta del mismo pues nos imaginamos un desayunazo, de esos donde los huevos son buenísimos y provoca comérselos todos a pesar de que los médicos más malvados sólo permiten uno diario. Llegamos al restaurant. Grande, bonito, acogedor, cómodo. Los cereales; muy bien, variados, de todos tipo. Las frutas; frescas, variadas, jugosas. Los panes; blancos, integrales, con semillas, tostados, completos, en rebanadas. Yogourt, mermeladas, nutella, croissants, pasteles. La tocineta tostadita. Las salchichas; chiquitas y gorditas, no se veían muy buenas y la verdad es que pudieron estar mejores. Y los huevos... Los huevos eran revueltos, muy amarillitos, con un aspecto divino, pero un pequeno defecto... no eran huevos!!! Formulamos varias hipótesis para los huevos: o las gallinas danesas son distintas a las del resto del mundo o eso era “Huevo en Polvo”. Huevo en polvo... qué será eso? Juan Antonio se rió cuando le dije Huevo en Polvo, creo que su imaginación fue más allá del desayuno. El hecho es que tuve que explicarle que el Huevo en Polvo efectivamente existe, o por lo menos sé que existió, no sé si fue un fracaso y lo sacaron del mercado pero ahora que creo haberlo probado, veo por qué habría de ser un total fracaso. Conozco la existencia del Huevo en Polvo desde que Javier (mi papá) tuvo que hacer la campana publicitaria de dicho producto. En mi casa era un chiste la historia del Huevo en Polvo, cada vez que lo contábamos a alguien de familia creían que era una nueva ocurrencia de Javier. Mis padres se debatían entre usar las muestras gratis que nos habían regalado o simplemente dárselas a alguien. Nadie confiaba en la calidad del contenido del sobre amarillo con letras rojas. Yo no sé si la llegaron a preparar en mi casa ni si yo llegué a comerlo, sólo sé que la textura y la sensación de mentira que daban los huevos que comimos en Sonderborg debían parecerse mucho a la de un perico o un revoltillo preparado con Huevo en Polvo.


07h30
Después de ese desayuno, riquísimo, omitiendo los huevos, subimos a vestinos. Yo tenía que arreglarme las cejas, maquillarme, peinarme. Yo tenía que afeitarme.



09h00
Para llegar a la alcaldía tuvimos que caminar dos cuadras, que entre el frío y el deseo de formar oficialmente una nueva familia nos parecieron interminables. Al llegar nos achicopalamos, como dicen por ahí. Había una pareja en plena sesión fotográfica con un fotógrafo profesional. Ella tenía un vestido más de iglesia que de matrimonio civil, pero quién sabe quizás no fue que se confundió, sino que en efecto su próxima para era la iglesia. Un poco intimidados ante el espectáculo, entramos a la única oficina que vimos. Ahí verificaron nuestros documentos con las copias que enviamos por correo. Cuando vieron nuestros pasaportes (que se nos han ido danando con el tiempo y alguna que otra lluvia) la encargada puso cara de asco y nos preguntó si algo así era legal en nuestro país. Un ligero parpadear de la felicidad después, le sonreimos y nos convencimos que lo anterior había sido una muestra de la hospitalidad y tolerancia danesa. La respuesta que me hubiera gustado darle, sin embargo, es que en Venezuela lo ilegal es normal y la legalidad no es parte del día a día. Nos llevaron a una sala de espera, con sofás y una mesa grande. Adentro estaba una pareja completamente distinta la anterior y a nosotros. Él estaba bien vestido y ella como que iba a la oficina después de casarse, así que no nos sentimos tan mal de tener que montarnos en un autobús dos horas después de haber intercambiado Síes y anillos. Ooops ANILLOS!!! No trajiste los anillos? No, tú no los trajiste? No, te los puse en la mesa y te pedí que por favor los agarraras. Cara de ponchao. Bueno, vé a preguntar si nos da tiempo de que vayas corriendo al hotel a buscarlos. OK, ya vengo. Juan sale de la sala de espera, se dirije a la oficina donde nos atendieron. Entra un muchacho y llama mi nombre. Le pregunto si ya nos toca, me responde que sí. Y sin tiempo y sin anillos le seguimos.

09h15
Comenzamos a subir las escaleras y el muchacho nos pregunta si tenemos cámaras y/o filmadoras y si queremos que él nos tome las fotos o el video... Le damos las cámaras, le explicamos qué botones apretar y llegamos a un gran salón de reuniones. Antes que tengan todo listo y nos llamen comenzamos a tomar fotos. Más emocionados que en una montana rusa no sabíamos a qué tomarle fotos ni cómo.


Nos llaman y nos piden que nos sentemos. Detrás de nosotros una muchacha, en frente la senora que nos iba a casar, más allá el muchacho con nuestras cámaras.

Nos sentamos y comienza el acto...





NOS CASAMOS!!!!



De la emoción yo casi que abrazo a la senora.
Al final nos regalaron unas copas cortesía de la comunidad de Sonderborg.














09h30

Salimos de ahí más contentos que nino con X-box nuevo. Pasamos un rato largo tomándonos fotos dentro de la alcaldía, afuera de ella, haciéndo videos, celebrando en la soledad que nosotros llenábamos por la falta de nuestros padres y nuestros amigos, pero ante todo disfrutando de la felicidad que sentíamos porque finalmente con toda nuestra inexperiencia y valor habíamos asumido oficialmente el reto de entregarnos mutuamente y para toda la vida.





No aguantábamos el frió. Soplaba una brisa cruel y, sin embargo, bajamos a la playa. No nos creen? Pues observen.






Llegamos a la playa. Para darles una idea de dónde quedaba la playa, aquí les tenemos una serie de imagenes, cortesía de Google Earth, que les permitirán ubicarnos en el mapa.





Ya no aguantábamos el frío. Yo no sentía los dedos del pié. Me dirán vanidosa, pero con mi vestido lo que mejor quedaba eran unas sandalias y en un principio no me importaba el frió hasta que dejé de sentir mis dedos y tuvimos que correr hasta el hotel.


10h00
Al llegar al hotel llamamos a nuestras madres. Mi mamá, la pobre... eran las 05h00 para ella y sin embargo se paró para contestarnos. Estábamos tan felices que teníamos que despertarlas. Mi mamá estaba muy contenta por nosotros, al final sentí que estaba triste de no haber podido estar ahí. A pesar de que vino en diciembre para estar en nuetro matrimonio, no nos pudimos casar en ese momento y se tuvo que ir sin ver a su nina casarse. Igual con la mamá de Juan, vino en diciembre para eso y tampoco nos vió casarnos. La llamamos y ella también estaba contenta.

10h30

Nos avisan que tenemos que dejar la habitación a las 11h00. Corremos a recoger todo.

11h15
Entregamos la habitación


11h30
Salimos del hotel. Disfrutamos del molino. Paseamos un poco por Sonderborg y nos dimos cuenta que no solo nuestras copas sino también las alcantarillas llevan orgullosas el sello de la ciudad.


Pasamos por una floristería y Juan me regaló una rosa hermosa. Fuimos a la iglesia a darnos los anillos. La iglesia estaba cerrada, como una de las tantas otras cosas raras de ese pueblo. Pero contra todo viento y el poco de marea que caía de lluvia, nos entregamos finalmente los anillos para sujetar con fuerza no solo nuestros dedos, sino nuestras almas y la felicidad que sentíamos.




13h00
Acabada la ceremonia, la recepción, la rumba y la luna de miel, todo en el plazo de dos horas, comenzamos el camino de regreso y con él, nuestra nueva vida... casados.

domingo, 25 de marzo de 2007

BITACORA DE UN SUENO (I)

Jueves 22 de febrero 2007

01h00
Después de hacer las maletas y preparar la comida para el viaje (léase sandwichs, tortas, frutas, litros de agua, bebidas achocolatadas y demás suplementos calóricos) nos acostamos. Cuidamos que todo estuviese listo para pasar todo el día en trenes y sin tiempo para comer en ninguna estación. Preparamos lo esencial: películas, series de televisión, la pila de la computadora, las pilas de las cámaras, las tarjetas de video y los 20 kilos de paciencia para sobrevivir al viaje. Cuando todo estuvo listo y el despertador puesto para las 6:00 am dimos el último paso antes de la gran batalla: levantamos las sabanas y entre cansancio y emoción nos quedamos dormidos.

06h25
Estamos muertos. Literalmente dos troncos tratando de recuperar consciencia. Con las justas logramos pararnos de la cama.

06h26
Me despierto. Creo haber oído la alarma del despertador y pienso “bahh, ya volverá a sonar en cinco minutos”. Trato de dormir, pero recuerdo las palabras de mi mamá, que un poco asustada, me prevenía de que nos quedáramos dormidos. Asustada pienso que el despertador no va a volver a sonar y resuelvo que lo mejor es pararme de una vez. Me levanto de la cama, veo la hora, veo las 06:25. Despierto a Juan desesperada. Le digo, le ordeno, le imploro que se pare y meta la comida al bulto mientras yo termino de vestirme. Luego cambiamos papeles. Él se viste. Mientras tanto, yo meto la computadora y los artículos de aseo personal que no se pueden guardar desde el día anterior. Desesperados, ahora sí los dos, porque íbamos 25 minutos más tarde de lo planificado, salimos de la casa. Bajamos con las maletas. Caminamos rápido por la calle. Todo estaba muy callado y oscuro, más oscuro de lo normal. Llegamos a la parada del tranvía para agarrar la conexión que nos lleva a la estación de trenes. Juan compra su ticket. Recuerda que no tiene el dinero en efectivo que queríamos llevar con nosotros. Desconcertado con la incertidumbre de no saber cuándo y dónde sacar el dinero, mira hacia arriba.

06h00
Pi pi pi pí. Pi pi pi pí. Pi pi pi pí. Pi pi pi pí. Qué suena? Mi celular? Qué raro! Por qué está sonando a esta hora? Qué hora es? Giro la cabeza en búsqueda de algo más que una idea para resolver el problema del dinero que dejé en la casa. Encuentro el reloj y veo las 06:00. Saco el celular del bolsillo, apago la alarma, veo la hora y …

06h00
Por lo visto estaba tan asustada con quedarme dormida y perder el tren que me desperté más temprano. En lugar de ver las 05:25 (como efectivamente eran) vi las 06:25. Esperemos que Juan no termine de entender lo que pasó. Después de todo es temprano y seguro que todavía no está del todo despierto.

06h01
Un minuto de pranayama después, termino por aceptar que ahora son las 06:01 am, no las 07:01 am. Indeciso entre una teoría de conspiración o un viaje en la máquina del tiempo veo el reloj de la estación para constatar una vez más que eran las 06:00 am y que Kimberly, en un prematuro papel de esposa, nos había privado de una tan necesitada media hora más de sueno.

06h01
Le sonrío. Me sonríe. Debatiéndome entre una discusión matutina o el irremediable hecho de que es con ella con quién me voy a casar, le sonrío. Ahora nos es obvio por qué estaba tan oscuro y tan callado, mucho más de lo normal. Resignados regresamos a la casa a buscar el dinero que habíamos dejado. Ahora lo que nos sobraba era tiempo. Volvimos a la estación y a las 06:15 estábamos tomando el tranvía para ir a la estación de trenes. He aquí nuestra primera foto …


06h25 (The sequel)
Llegamos a la estación. Teníamos más de una hora para cambiar el pasaje de regreso de Juan porque Kimberly lo había comprado para el mismo día de la ida. Hicimos una cola de un total de una persona, pues es un hecho que no mucha gente compra tickets a las 06:25 am.

Con el ticket correcto, fuimos a la tienda de revistas, libros, tarjetas, calendarios, periódicos y demás. Juan adora estas tiendas. Ve casi todas las revistas y siempre termina comprando alguna.



Esta vez compró “Selber machen” algo así como que… “Hágalo usted mismo” donde le explican cómo hacer cualquier cantidad de cosas para el jardín (que no tenemos) o el interior de la casa (donde ya hay más cosas por hacer que días del ano). Además, le dan una lista detallada de las herramientas disponibles en el mercado, con precio, marca, capacidades, ventajas y desventajas. Lista que por demás sirve para saciar sus necesidades consumistas y convencerlo, alias convencerme, de que estamos necesitados de una nueva y mejor. Luego nos quedó todavía 1 hora para comprar el desayuno e ir al andén. Obviamente nos dió tiempo de eso y más, como tomarnos fotos.

07h36
Tomamos el primero de los tantos trenes que nos esperaban. Karlsruhe-Mannheim, 30 minutos para desayunar. El próximo Mannheim-Hamburg, 5 horas de películas y series, comenzó poniendo a prueba la gentileza alemana al pedirle a una muchacha que se cambiara para el asiento de adelante. Sorprendidos por no haber sido devorados con una mirada, finalmente pudimos disfrutar del último episodio de Prison Break, Desperate Housewives, Grey’s Anatomy, CSI NY, CSI Las Vegas, Pimp My Ride y South Park. Qué les podemos decir?, era un trayecto muy largo…

12h00
Cuando nos faltaba 1 hora para llegar, el tren llevaba 10 minutos de retraso. Chequeamos la conexión que teníamos que hacer después y, ley de Juan y Kimberly (léase versión mejorada e internacionalizada de la ley de Murphey), no nos daba tiempo. Así que hicimos lo acostumbrado, repasamos nuestras lecciones de japonés y mandarín, le enseñamos unas cuantas palabras a nuestros vecinos y finalmente murmuramos algún conjuro egipcio. El hecho era que llegaríamos, si corríamos con suerte, una hora más tarde a Sonderborg, nuestro destino final. Al parecer, sin embargo, corrimos bastante, porque a pesar del retraso pudimos tomar otra conexión con la que llegamos a la misma hora que habíamos planificado.

13h00
El Hauptbahnhof (Estación principal de trenes) de Hamburg es inmenso, es el más grande que he visto en Alemania. Tiene 14 andenes, 3 pasillos larguísimos llenos de tiendas y locales de comida rápida, desde cada pasillo se llega a todos los andenes y desde cualquier punto del pasillo se ven todos los trenes que entran y salen de la estación. Parece un centro comercial con andenes en el sótano. Y hasta las máquinas son distintas a las de las estaciones del sur de Alemania. Son como más pavas ;-)


















Cuando nos bajamos, la primera reacción de Kimberly fue tomar fotos, claro está. Paseamos por la estación, porque Kimberly estaba fascinada con la arquitectura y con su cámara. Luego salimos de la estación para ver si podíamos ver un poco de la ciudad, pero como el tiempo no daba para mucho pues sólo alcanzamos a protagonizar otra sesión de fotografía.

14h00
Finalmente, volvimos a buscar el tren que nos llevaría a Neumünster (traducido “Catedral nueva”), de donde tomaríamos otro tren hasta Flensburg, en español el “burgo de Flens”, pues es un hecho que en Alemania las ciudades significan algo, por ejemplo Karlsruhe, donde nosotros vivimos, es “El descanso de Karl”, Freiburg, que es donde estudia Kimberly “El burgo libre”, Offenburg, es “El burgo abierto” y last but not least, Deutschland “la tierra de los germanos”.

14h30
En el tren Hamburg-Neumünster almorzamos unos Sandwichs divinos que preparó Juan, tenían de todo, estaban re-buenos.
Cabe destacar que cada vez íbamos más al norte y con la latitud aumentaban mis recuerdos de los insultos gochos de mi abuelo con los que Juan se pudo reir un rato.

15h30
Llegamos a la frontera. Habíamos superado la barrera de los 700 kilómetros y con ellos mi tolerancia a estar sentado. Estábamos aburridos, fastidiados y deseosos de llegar. Teníamos que buscar el autobús que nos llevaría a Sonderborg. Sabíamos el nombre de la parada, pero no dónde estaba. Fuimos a la primera parada que vimos y no encontramos nada que indicara Sonderborg o Dinamarca. Fuimos a la segunda y nada. Luego de la tercera nos dimos por vencidos y corrimos a la estación para que nos dijeran dónde era. Nos mandaron a subir una montaña. Una vez montados en ella, le preguntamos a la gente y nadie sabía cómo llegar, así que decidimos bajar la montana, ir a la estación, preguntar de nuevo y volver a subir. Después de todo con eso de los preparativos de la boda habíamos subido un poquito de peso, así que el ejercicio no nos cayó mal.

15h46
El autobús no llegó.

15h50
Información de último momento proveniente de una fuente confiable, un viejito de esos que sospechamos fundó el pueblo, nos hizo saber que por ahí no pasaba el tal mencionado autobús. Nuestra única opción: ir a la central de autobuses. Así que tomamos otro autobús, a la espera de que con un poco de suerte encontráramos uno que nos llevara al pueblo aún más en el medio de la nada que en el que ya estábamos donde habríamos de casarnos. Pero suerte no fue exactamente lo que tuve cuando corriendo con dos maletas y un bulto y luego de una escena en cámara lenta al estilo matriz mi media humanidad limpió el piso en un intento desesperado de no perder el autobús. Autobús que por demás se quedó parado por 5 minutos más después de que nos montáramos.

16h40
El viaje en el autobús estuvo agradable. Bordeamos un pedacito de la costa sur de Dinamarca. La arquitectura allá arriba es muy distinta a la de Alemania, incluso a la del norte de Alemania. Creo que esto fue lo más raro que vimos... y dado el frío que hacía entiendo por qué quieren vivir bajo tierra.

Pasamos por varios pueblos cuyos nombres parecían series de inmobiliario de IKEA.




17h40
Llegamos a Sonderborg!!! Finalmente, no lo podemos creer. Ahora a buscar el hotel. Una muchacha nos indica un camino que después de seguir casi completo, nos damos cuenta que o ella se peló o nosotros no le entendimos. Vimos un mapa y nos devolvimos por un camino que nos permitía pasar por la alcaldía, para conocer el lugar donde nos casaríamos al día siguiente y así no perdernos y llegar tarde. Durante nuestra caminata, nos dimos cuenta que Sonderborg es realmente un pueblito especial, como su nombre lo dice. No eran las 6.00 de la tarde pero ya todas las tiendas estaban cerradas, no había ningún restaurant ni bar abierto y además habían tiendas donde parecía que habían importado los precios de la tienda Louis Vuitton Londres.


18h00
Muertos. Con sueno. Con hambre. Con frío. A la expectativa de un nuevo día que se suponía que nos cambiaría la vida, llegamos a la habitación 304 del Hotel Comwell, justo al lado de la “Suite Pavarotti”. Sí, nosotros también nos preguntamos qué pudo haber estado haciendo Pavarotti en esa ciudad. Hasta aquí llega el último día de soltería de nuestras vidas.


Pronto contaremos del día en el que pasamos a ser "Los Pontes".