Siempre es rico estar solo, hasta que llega la hora de dormir.
Cuando uno se acostumbra a sentir la respiración del otro al lado, cuando no hay a quién montarle la pierna encima, cuando el brazo no encuentra nada del otro lado de la cama, cuando no hay respuesta al dar las buenas noches, cuando no hay a quién despertar con abrazos, cuando no hay nadie que te pida que no te pares y que sigas durmiendo un poco más a su lado. Cuando todo esto falta, ya deja de valer la pena el poder cocinar lo uno quiera, el poder ver los canales que a uno le gustan y el poder perder el tiempo en internet.
Es fácil y divino estar con uno mismo, pero es más fácil y más rico acostumbrarse a compartir la vida con otra persona.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
A ver, no pasa nada, Juan vuelve manana de su viaje y mis horas de sueno volverán a la normalidad.
Kiwi :)!
Cómo se nota que te hace falta el Juancito!!!
Que bonito tu post, cuando Juan(c)ito (jijijiji!) lo vea me imagino que le va a gustar muchísimo!
Pero bueno, como tu misma dices :)! Ya mañana estará contigo en casita y los dos podrán dormir con normalidad!
Los quiero mucho!
El Coquito!!!
Publicar un comentario